Es muy habitual oír hablar de la artrosis y la artritis como si fueran lo mismo, pero lo cierto es que son dos enfermedades distintas. En este post te explicamos las principales características de cada una de ellas para que nunca más vuelvas a dudar entre una u otra 😉
Qué es la artrosis
La artrosis es una enfermedad degenerativa que se caracteriza por el progresivo deterioro del cartílago que recubre las superficies articulares. Los pacientes experimentan dolor, rigidez y limitación en el movimiento de las articulaciones. Dependiendo de la zona o articulación afectada, se clasifica como:
- Artrosis en las manos, más común en mujeres y con predisposición hereditaria.
- Artrosis cervical, cuando afecta las vértebras del cuello.
- Artrosis lumbar, localizada en la columna entre las costillas y la pelvis.
- Artrosis de cadera, que ocurre en la articulación entre la pelvis y el fémur.
- Artrosis de rodilla, principalmente en personas de edad avanzada o con historial de lesiones o sobrepeso.
Qué es la artritis
La artritis es la inflamación de la membrana sinovial dentro de las articulaciones. Esta inflamación provoca un aumento del líquido sinovial, lo que puede llevar al daño del cartílago, hueso, ligamentos y tendones que rodean la articulación inflamada.
La artritis tiende a afectar con mayor intensidad a las articulaciones periféricas, como manos, pies, hombros, rodillas, caderas y tobillos. La ubicación específica varía según el tipo de artritis y puede resultar en secuelas significativas si no se diagnostica y trata a tiempo.
Existen más de un centenar de diferentes tipos de artritis o enfermedades relacionadas, entre ellas:
- Artritis reumatoide: una forma crónica y simétrica que afecta múltiples articulaciones, principalmente manos, pies, rodillas y columna cervical, y puede dañar otros órganos como pulmones o corazón.
- Espondiloartritis: inflamación de las articulaciones de la columna vertebral, que se manifiesta con dolor lumbar nocturno, hinchazón difusa de un dedo (conocido como «dedo en salchicha»), dolor en las inserciones tendinosas, uveítis (enrojecimiento y dolor en un ojo), psoriasis o inflamación intestinal.
- Lupus: una enfermedad autoinmune inflamatoria que afecta no solo a las articulaciones, sino también a la piel, riñones, pulmones, corazón y sangre, caracterizada por la producción de anticuerpos que atacan los órganos y tejidos propios.
- Gota: una forma de artritis causada por la formación de cristales de urato en los tejidos y articulaciones. Suele comenzar en un pie (especialmente en el dedo gordo) o en una rodilla, pero puede afectar también codos o manos, y puede estar acompañada de nódulos subcutáneos (tofos), cálculos e insuficiencia renal.
- Artritis séptica: una infección de una o varias articulaciones.
¿En qué se diferencian artrosis y artritis?
Para diferenciar la artrosis de la artritis, se debe tener en cuenta que la localización de la artritis dependerá del tipo, mientras que la artrosis suele afectar principalmente manos, rodillas, caderas, columna y pies. El dolor en la artritis es «inflamatorio» y constante (tanto de día como de noche), mientras que en la artrosis es «mecánico» (más intenso al mover la articulación y mejora en reposo), aunque puede volverse más persistente con el tiempo y el deterioro articular.
En la artritis, las articulaciones suelen estar hinchadas, rojas y cálidas, pudiendo deformarse y causar pérdida de funcionalidad y calidad de vida si no se trata adecuadamente. Por otro lado, en la artrosis, las articulaciones tienden a tener cierta rigidez que mejora con el movimiento, a veces emiten chasquidos o crujidos y, en etapas avanzadas, pueden deformarse y perder movilidad, incluso causando cojera en casos de artrosis de rodilla o cadera.
Algunos tipos de artritis pueden ir acompañados de pérdida de peso, cansancio, fiebre y/o manifestaciones sistémicas que afectan a otros órganos y sistemas del cuerpo, lo cual puede ser la primera señal de gravedad en la enfermedad. Por el contrario, la artrosis se limita a las articulaciones.
Causas
En cuanto a las causas, las artritis inflamatorias tienen una base genética que posiblemente se activa por la interacción con factores ambientales como bacterias, virus, toxinas, estrés o radiaciones. En las artritis microcristalinas (como la gota y condrocalcinosis), la inflamación surge por la presencia de cristales microscópicos en las articulaciones. Las artritis sépticas, que son infecciones articulares, requieren atención médica urgente para evitar la destrucción de la articulación y posibles complicaciones que pongan en peligro la vida del paciente.
En cuanto al origen de la artrosis, es multifactorial y suele estar asociada al envejecimiento, siendo más común a partir de los 40 años. Otros factores de riesgo incluyen la obesidad, profesiones que implican una sobrecarga articular, ejercicio físico inadecuado o excesivo, y antecedentes de lesiones. En el caso de la artrosis de manos, la genética también juega un papel importante.
Cómo se diagnostican
El diagnóstico de la artrosis se basa en los síntomas y la evaluación física realizada por un médico. Aunque no siempre son necesarias, las radiografías pueden ayudar a determinar el grado de deterioro articular y descartar otras enfermedades.
Para las artritis, dada su complejidad y la diversidad de síntomas, es crucial acudir a un reumatólogo lo antes posible para obtener un diagnóstico temprano, que en la mayoría de los casos se logra en la primera consulta tras una evaluación detallada. El reumatólogo también puede llevar a cabo exploraciones complementarias, como la detección de marcadores específicos en sangre, el análisis del líquido sinovial y evaluaciones radiológicas y ecográficas.
Tratamiento
El tratamiento de la artrosis se centra en aliviar el dolor, mejorar la movilidad y frenar su progresión mediante medicamentos, fisioterapia, ejercicio adecuado y, en ocasiones, cirugía. En la artritis, el tratamiento varía según el tipo, incluyendo fármacos modificadores de la enfermedad y tratamientos biológicos para las formas inflamatorias, y medicamentos y medidas dietéticas para la gota. Las artritis infecciosas pueden tratarse con antibióticos específicos.