El pie de atleta es una afección producida por la propagación en los pies de un hongo conocido como dermatofito, un organismo que se aloja entre los dedos de los pies y la planta de los mismos y se caracteriza porque se nutre de la queratina de la piel. Hay cuatro tipos especialmente infecciosos: Trichophyton rubrum (el más común de todos), Trichophyton interdigitale, Trichophyton mentagrophytes y Epidermophyton floccosum.
Pie de atleta
Este tipo de hongo es uno de los más comunes, y llega a afectar a un 80 por ciento de la población en algún momento de su vida. Tiene su origen de forma frecuente en espacios públicos como son las piscinas, duchas o saunas, instalaciones en las que, en muchas ocasiones, se hace uso de ellas sin sandalias o chanclas. Un calzado adecuado evitará un posible contagio.
Por otro lado, el calor y la humedad en los pies favorecen el desarrollo de los hongos. Si los pies sudan o no se secan bien, y además se tapan con calcetín y calzado, las posibilidades de sufrirlo aumentan sobremanera.
Síntomas del pie de atleta
Los síntomas de este hongo pueden variar según el afectado, pero los que suelen aparecer suelen ser comunes:
- Erupción escamosa y enrojecida. Habitualmente se genera en los espacios que existen entre los dedos de los pies.
- Picor. Cuando el pie entra en contacto con el aire, este picor aumenta de forma considerable.
- Sequedad y descamación. Suele afectar a la planta del pie, pudiendo extenderse hacia la superficie dorsal -parte superior- por zonas laterales. Es importante conocer la opinión de un especialista en este caso, ya que suele confundirse con un eccema o con un problema de piel seca.
Tratamiento del pie de atleta
Para tratar el pie de atleta eficazmente es imprescindible aplicar ciertas cremas o polvos antifúngicos, especialmente preparadas con principios activos para su eliminación. En los últimos años, las cremas con bifonazol (una aplicación diaria) durante 3 semanas han elevado las tasas de curación definitiva hasta el 90%. Si el aspecto y síntomas del pie de atleta no mejoran en 4 semanas, será necesario acudir al especialista para que valore la patología e instaure el tratamiento más adecuado.
El tratamiento inicial consta de antimicóticos (clotrimazol, miconazol o tolnaftato) por vía tópica. Es recomendable seguir el tratamiento hasta dos semanas después de que hayan desaparecido los síntomas para evitar que haya una recidiva. También debe aplicarse en ambos pies aunque sólo uno de ellos presente infección.