Cada día son más los padres y madres que se preocupan por salud de los pies de sus hijos. La gran mayoría de estos padres entienden que muchas de las patologías que sufren ellos ahora en su edad adulta vienen producidas por no haber sido controladas durante su infancia. Y efectivamente, así es. La prevención es la clave.
En este artículo completo, nuestros especialistas de la Unidad de Podoactiva de clínica San Miguel responden a estas y otras preguntas, tratando temas tan frecuentes como:
- Evolución de la pisada.
- Señales que indican que el niño debería visitar a un especialista.
- La importancia de un buen calzado (según la edad y su uso: diario o deportivo)
¿Está evolucionando correctamente la pisada y la posición de las piernas?
En primer lugar, tenemos que recordar que tanto el pie como la pierna de un niño, al igual que su cuerpo en general, van a sufrir una evolución natural en los primeros años de vida. Los padres acuden preocupados por la posición de las piernas que ven en sus hijos pero, en muchas ocasiones, la posición es la normal para su edad.
- 1 a 2 años: Cuando un niño comienza a caminar, y hasta los 2 años aproximadamente, la posición habitual es que las piernas estén arqueadas hacia afuera (tipo cowboy). Esta posición es normal dada la insuficiencia de determinados grupos musculares. También a esta posición le influye el uso del pañal puesto que fomenta una mayor rotación externa de cadera.
- 2 a 5 años: Pasado un tiempo, lo habitual es que el niño evolucione hacia la posición contraria, es decir, que las rodillas tiendan a juntarse. Esta posición, junto con el hecho de que los pies tengan una situación con tendencia al aplanamiento, es normal hasta los 4 o 5 años y se denomina un genu valgo. Caminar descalzo, mantenerse de puntillas o mantenerse a la “pata coja” son ejercicios sencillos que ayudarán a la musculatura del pie y de la pierna favoreciendo su correcta evolución.
- A partir de los 5 años: Lo habitual es que, sobre los 5 años, las piernas adopten una posición más recta, pero casi siempre manteniendo una ligera tendencia a que las rodillas se junten.
Destacamos que, en estas primeras etapas de la vida del niño, es muy importante potenciar la musculatura y correcto desarrollo del pie y la pierna. Para ello, es recomendable que los pequeños caminen descalzos sobre diferentes superficies, ya que, además de ejercitar los músculos de los pies, esta práctica favorece su desarrollo cognitivo. También es muy importante realizar un seguimiento de la evolución de la pisada de los niños, ya que detectar patologías a tiempo puede ser clave a la hora de tratarlas y corregirlas.
Señales para acudir a un especialista
Al igual que en el caso de los adultos, es recomendable llevar a los niños al podólogo al menos una vez al año, ya que durante la infancia estamos a tiempo de tratar y prevenir patologías que podrían agravarse en la edad adulta. Se recomienda que la primera visita de los más pequeños se haga con 4 ó 5 años, o antes en caso de que se detectara algún problema previo.
“La mayoría de los niños con cuatro años no pisa bien, a esa edad por ejemplo es normal tener el pie plano porque el pie no se ha acabado de formar. Ahí lo importante es que el profesional conozca los valores de normalidad e ir viendo la evolución del pequeño”, apunta Javier Alfaro, director técnico de Podoactiva y Doctor en podología infantil.
Hay algunas señales de alarma por las que deberíamos acudir a un especialista en podología infantil para valorar si el niño necesita una serie de ejercicios o tratamientos (como las plantillas personalizadas Podoactiva). Estos signos que pueden estar avisándonos de que existe un problema son:
- Posición de los pies al caminar. El ángulo de progresión de la marcha o Ángulo de Fick que de forma fisiológica debe de presentar el niño al caminar es de unos 15º de apertura. Si al ver a nuestro hijo caminar observamos que las puntas de los pies se meten hacia adentro diremos que tiene un ángulo de progresión de la marcha disminuido o marcha en aducción. Si por el contrario observásemos que el niño anda con la punta de los pies hacia afuera hablaríamos de un ángulo aumentado o marcha en abducción.
- Mayor torpeza para caminar que la mayor parte de niños de su edad.
- Caídas frecuentes al caminar.
- Mantenimiento de la posición de “rodillas en X” o pie muy aplanado a partir de los 5 años.
- Caminar de puntillas de forma mantenida durante varios meses. En muchas ocasiones veremos a nuestros hijos caminar “de puntillas”, esta alteración de la pisada puede darse de forma natural durante las primeras fases del comienzo de la deambulación infantil, pero en ocasiones se extiende desde los 5 hasta los 10 años, siendo estos los casos que debemos valorar en consulta ya que pueden estar generados por diversas causas.
- Dolor en el talón, en el pie en general o la pierna después de realizar actividad física.
- Deformidad de dedo. Si el niño tiene los dedos montados o desviados es muy importante acudir a un servicio de podología infantil. Si se detecta en los primeros meses de vida, educando a los padres en la realización de unos sencillos vendajes o fabricando unas pequeñas férulas de silicona, lo más habitual es que los dedos puedan colocarse en su posición correcta en muy pocos meses. Sin embargo, si esas deformaciones no se tratan de forma precoz es posible que se consoliden y sea preciso, en un futuro, el tratamiento quirúrgico.
Cómo debe ser el calzado adecuado para los niños
Los dedos de un niño tienen una gran elasticidad y podremos dirigirlos hacia donde queramos, al igual que podemos dirigir el crecimiento de la rama de un árbol cuando es pequeña. De ahí, la importancia de la correcta elección del calzado cuando el niño comienza a caminar. Se debe evitar un calzado en el que los dedos se encuentren colocados en una mala posición, pero tiene que tener algunas características más para ser el adecuado.
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